En toda Europa, el incremento de la inflación provocó una ola de protestas y huelgas que ponen de manifiesto el creciente descontento con la escalada del costo de la vida y amenazan con desatar la inestabilidad política
En Rumanía, los manifestantes hicieron sonar bocinas y tambores para dejar patente su descontento por el aumento del costo de la vida. La ciudadanía salió a la calle en Francia para exigir aumentos salariales acordes con la inflación. Los inconformistas checos protestaron contra la gestión del gobierno en la crisis energética. El personal ferroviario británico y pilotos alemanes se declararon en huelga para reclamar sueldos más altos ante la subida de los precios.
En toda Europa, el incremento de la inflación provocó una ola de protestas y huelgas que ponen de manifiesto el creciente descontento con la escalada del costo de la vida y amenazan con desatar la inestabilidad política. Luego de que la primera ministra de Gran Bretaña se viese obligada a dimitir tras menos de dos meses en el puesto, después de que sus planes económicos causaran el caos en los mercados financieros y dañaran aún más una economía debilitada, el riesgo para los dirigentes políticos es evidente mientras la población exige medidas.
Los europeos han visto que las facturas energéticas y el precio de los alimentos se disparaban por la guerra de Rusia en Ucrania. Aunque el precio del gas natural bajó desde los máximos históricos alcanzados en verano y los gobiernos han destinado la nada despreciable cantidad de 576.000 millones de euros a ayudas energéticas para hogares y empresas desde septiembre de 2021, esto no es suficiente para algunos manifestantes.
El precio de la energía ha impulsado al alza la inflación en los 19 países que tienen el euro como moneda hasta alcanzar un récord del 9,9 por cien, lo que complica que la gente pueda adquirir lo que necesita. Algunos no ven más opción que salir a la calle. “Hoy, la gente se ve obligada a emplear tácticas de presión para lograr un aumento” salarial, dijo Rachid Ouchem, un médico que estaba entre las más de 100.000 personas que esta semana protestaron en múltiples ciudades francesas.
Las consecuencias de la guerra en Ucrania han elevado notablemente el riesgo de disturbios civiles en el continente, de acuerdo con la consultora de riesgo Verisk Maplecroft. Los líderes europeos han respaldado firmemente a Ucrania enviando armas y prometiendo, o viéndose obligados, a dejar el petróleo y el gas natural rusos, más baratos, pero la transición no ha sido fácil y amenaza con erosionar el apoyo público.
“Esta crisis energética no tiene una solución rápida”, dijo Torbjorn Soltvedt, analista de Verisk Maplecroft. “Y, en todo caso, la inflación parece que podría ser peor el año que viene de lo que ha sido este”. Esto supone que la relación entre la presión económica y la opinión popular acerca de la guerra en Ucrania “se pondrá realmente a prueba”, agregó.
En Francia, que tiene la inflación más baja de la eurozona con un 6,2 por cien, trabajadores ferroviarios y de transportes, maestros de secundaria y empleados de hospitales acudieron el martes al llamamiento de un sindicato de trabajadores petroleros para reclamar alzas salariales y protestar por la intervención gubernamental en las huelgas de los trabajadores de refinerías que han causado escasez de gasolina.
Días después, miles de rumanos protestaron en Bucarest contra el precio de la energía, de los alimentos y de otros productos básicos que, según los organizadores, está sumiendo a millones de trabajadores en la pobreza.
En la capital de República Checa, Praga, una multitud demandó el mes pasado la renuncia de la coalición de gobierno prooccidental, criticando su respaldo a las sanciones de la Unión Europea a Rusia. Además, señalaron al ejecutivo por no hacer lo suficiente para ayudar a los hogares y a las empresas afectados por la subida energética.
Aunque hay otra protesta convocada en Praga para la próxima semana, por el momento las movilizaciones no se han traducido en cambios políticos y la coalición logró un tercio de los escaños en la cámara alta del Parlamento en las elecciones de este mes.
En Gran Bretaña, empleados ferroviarios, enfermeras, trabajadores de puertos y abogados, entre otros colectivos, han protagonizado una serie de paros en los últimos meses para reclamar una subida de los sueldos que los ajuste a una inflación que alcanza el 10,1 por cien, su peor dato en 40 años.
Los trenes no circularon durante las protestas y las recientes huelgas de pilotos de Lufthansa en Alemania y de trabajadores de otras aerolíneas y aeropuertos en todo el continente en pos de mejoras salariales, han paralizado el tránsito aéreo.
El fallido plan de estímulo económico de Truss, que incluía amplias rebajas fiscales y ayudas multimillonarias a la factura energética de hogares y empresas, sin un plan claro para subvencionarlas, ilustran la complicada situación en la que se encuentran los gobiernos. “Tienen muy poco margen de maniobra”, indicó Soltvedt.
La suerte ha sido que, hasta ahora, el mes de octubre está siendo más suave de lo habitual, lo que supone una menor demanda de combustible para calentar los hogares, apuntó el analista. Pero “si este invierno se produce una interrupción inesperada del suministro de gas procedente de Europa, es probable que veamos un mayor incremento de los disturbios civiles, el riesgo y la inestabilidad gubernamental”, dijo.
Se ve venir, vamos irremediablemente a lo programado ,al caos.
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