Mi aversión hacia la casta política ya viene de largo, pero se va acentuando a medida que van apareciendo nuevos episodios en algunos de sus inútiles representantes y, me refiero a esa última y estúpida moda a la que llaman “lenguaje inclusivo”. Cuando aparece por internet alguna captura de vídeo (procuro evitar en la medida de lo posible ver las noticias en la prostituida TV) con la intervención de alguno de esos payasos que se dedican a ese desprestigiado oficio llamado política expresándose en esos términos, me da la sensación de que estamos ante unos auténticos tarados, cuando hablo de tarados, para que lo entiendan esos mismos aludidos, me refiero a ellos y a ellas, aunque ahora para rizar el rizo parece idóneo decir; ellos, ellas y elles, los políticos, políticas y polítiques que dicen trabajar para los ciudadanos, ciudadanas y ciudadanes.
A los que ya tenemos cierta edad nos resulta más costoso adaptarnos a estas absurdas modas. Los que toda la vida hemos mantenido el uso del genérico masculino para referirnos gramaticalmente a ambos sexos no entendemos, ni creo que vayamos nunca a entender mamarrachadas de semejante calibre y nunca lo hemos interpretado como discriminatorio y/o sexista.
Está sobradamente demostrado que la bajeza intelectual y profesional de algunos de estos parásitos no les permite dedicarse a lo que realmente es de interés general y para justificar sus sueldazos dedican el tiempo a este tipo de chorradas que lejos de resultar de alguna utilidad lo que hacen es confundir a los más jóvenes y provocar vergüenza ajena a los de mi generación.
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