lunes, 16 de mayo de 2022

UN GOBIERNO MALO HASTA PARA MENTIR

 




Llevamos ya unos cuántos días en los que tanto gobierno, como resto de fuerzas políticas están debatiendo sobre un tema con el que, nuevamente, pretenden tomarnos a todos por tontos: el asunto del espionaje. Ya sea desde fuera o desde dentro, lo que nos viene a decir toda esta gente es que todos ellos son espiados, pero nadie concreta y nos dice ni quien, ni por orden de quien, ni con qué finalidad.

Y si se paran a pensar un poco en este debate más que artificial, se darán cuenta de que no se trata más que de una farsa organizada con la que, además de pretender hacerse las víctimas, se ríen de todos a nuestra cara. Piénsenlo: los que dirigen el cotarro, los que mandan sobre los servicios de inteligencia, los responsables del asunto, ¿nos dicen ahora que son ellos los espiados?

Esto ya no es que sea una verdadera patraña, es una ofensa a la inteligencia. Un nuevo desprecio hacia la racionalidad y una falta de respeto hacia todos nosotros, más que evidente. “Os espiamos a todos, pero es que a nosotros también nos espían”. ¿Pero no se dan cuenta de lo ridículo que es todo? Es una forma de intentar victimizarse con el “a mi también me pasa”.

Y eso, por no entrar en lo que realmente sucede: las innumerables denuncias existentes contra Margarita Robles, jefa de los espías, por parte del Expediente Royuela. Qué pena nos da Sánchez, Margarita, los separatistas, los filoterroristas y resto de diputados: les espían. Imagínense qué no harán con todos nosotros, que no tenemos teléfonos protegidos y que somos las verdaderas víctimas. “Os espiamos, pero no os quejéis porque a nosotros también nos espían”.

Y todo esto en un mundo en el que, casualmente, se está imponiendo un control absoluto con la excusa de un farsemia provocado por un virus que nadie ha sido capaz de aislar, purificar o secuenciar. Todo esto en un mundo en el que se exige un supuesto pasaporta sanitario para viajar. Pero ojo, que a ellos también les espían. Cuidado, que el pirómano se ha quemado los pantalones cuando intentaba provocar un incendio.

Este no es más que un nuevo intento de normalizar lo anormal. De que nos sintamos más tranquilos porque todos somos víctimas, incluso ellos. Qué falta de todo tiene esta gente. Qué poco pudor. Qué desvergüenza. Y a una chusma como esta es a quien hemos cedido el control de nuestras vidas y nuestro dinero, alegremente…

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