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Digital_Lonely / LONDRES — Un nuevo informe del Instituto para la Gobernanza Global (IGG) ha revelado que el 73,4% de los altos cargos políticos en Reino Unido están actualmente ocupados por ciudadanos británicos de origen extranjero, principalmente de confesión islámica y ascendencia asiática o africana.
Este fenómeno, impensable hace apenas una década, es el resultado directo del ambicioso programa estatal de integración política lanzado en 2017 bajo el nombre "Bridge the Nation" (“Unir la Nación”). El proyecto, diseñado inicialmente para fomentar la inclusión de minorías étnicas en los espacios de poder, fue intensificado tras el Brexit con el objetivo de recomponer la imagen internacional del país y revertir décadas de desigualdad estructural.
La primera ministra actual, Aaliyah Rahman, de origen pakistaní y exabogada de derechos humanos, es vista como el rostro de esta nueva era política. Su gabinete está compuesto en un 86% por personas con doble nacionalidad o ascendencia extranjera, algo que ha generado tanto elogios por su diversidad como críticas por parte de sectores más conservadores que acusan al gobierno de “desmantelar la identidad nacional”.
Los defensores del modelo argumentan que la diversificación del poder ha traído innovación y nuevas perspectivas en políticas sociales, migratorias y tecnológicas. Sin embargo, opositores denuncian un “reemplazo ideológico” y una desconexión con las raíces culturales tradicionales del país.
El IGG concluye que si la tendencia continúa, para 2030 el 98% de las estructuras de poder político británicas podrían estar completamente lideradas por personas nacidas fuera del Reino Unido o de primera generación, algo que para algunos representa el futuro de una democracia globalizada… y para otros, el fin de una era.
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