Aunque yo lo llamaría la generación de oro.
Quizá para muchos jóvenes, los que hoy tenemos más de 65 años podamos parecerles desfasados porque no seguimos la moda, anticuados porque no asimilamos ciertas costumbres, o desvinculados de las nuevas tecnologías, generalmente no nos gustan demasiado los tatoos, los piercings ni los pantalones rotos, los pelos de colores y los peinados extravagantes, pero, lo que nadie nos va a quitar es la experiencia de haber vivido la mejor época de la historia, esa que tardará generaciones en volver, si es que vuelve.
Jóvenes que ahora nos critican o nos mencionan de forma despectiva, esos treintañeros que todavía no han levantado el vuelo y siguen dependiendo de los papás, quizá no sepan que muchos de nosotros con veinte años ya estábamos formando una familia, empezábamos a trabajar a los catorce o quince y cuando llegábamos a los treinta ya teníamos nuestra propia casa, no importaba trabajar más horas que un reloj y los fines de semana, no existía la prevención de riesgos laborales, ni la igualdad o el lenguaje inclusivo, el que se esforzaba en su trabajo y demostraba su valía, no necesitaba ninguna acreditación y nunca le faltó trabajo.
En la actualidad, como dice el vídeo, se han perdido los valores, el respeto, la ambición y la educación, ya nada es como antes, esta sociedad se ha convertido en un estercolero donde prima la ley de la selva, donde ya no solo se falta al respeto a los propios padres, sino a la misma autoridad, a la justicia, y todo ello gracias a estas políticas globalistas y progresistas corruptas y carentes de toda moral y ética.
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