Los datos que el gobierno de España publicita suelen ser falsos. El poder político miente en sus datos económicos, en las estadísticas sobre seguridad ciudadana, en el desempleo, en datos sobre salud y en muchas otras cosas, al mismo tiempo que se ocultan los gastos reales, los viajes oficiales y muchos despilfarros y abusos. De otros temas vergonzantes, como los gastos reales en compra de voluntades, el uso real de los fondos reservados, los criterios que se utilizan para promocionar a militares y funcionarios y otros muchos, el poder nunca habla.
La transparencia, que es un valor clave en democracia, está ausente del poder político que gobierna España.
Digamos verdades: España tiene más políticos, funcionarios, pelotas y chivatos que cualquier otro país de Europa y, proporcionalmente, del mundo. También ocupa la cabeza del ranking de corruptos, sinvergüenzas afianzados en el Estado, comunistas, jueces politizados y periodistas comprados. Nuestros políticos tienen más coches oficiales que el resto de Europa junta y que Estados Unidos.
La verdad es que España es un país al que la clase política ha infectado, cuya sociedad es hoy un caldo de cultivo putrefacto donde germinan políticos sin alma, periodistas que traicionan la verdad, inmigrantes ilegales subvencionados, delincuentes de todo tipo y rango, militares adoradores del dinero y sometidos al poder político, jueces comprados, policías que disfrutan apaleando y legiones de sinvergüenzas, vagos y maleantes que viven de los subsidios y que forman parte del peor lumpen imaginable.
Todo ese caldo maloliente ha sido creado por los políticos, que han destrozado casi todo lo bueno que tenía la sociedad, que no era poco. En poco años, han acabado con los valores, con la calidad de la educación, la unidad, con las clases medias, que eran el orgullo de la nación, con las cajas de ahorro, con la seguridad ciudadana, con la formación de los jóvenes, con la religión, con el respeto, con las reglas de la democracia, con la justicia, con la verdad y con muchas otras cosas buenas que existían y que hoy están podridas, gracias a la chusma que se ha apoderado del poder, enrolada en partidos políticos obsesionados con el disfrute del poder y del botín del Estado.
Hasta no hace mucho, el gobierno era lo peor del país y la clase política un mal ejemplo contaminante y desolador, pero hoy el gobierno de España es ya un espejo de la sociedad. La gente vota a aquellos con los que se identifica emocionalmente y ha perdido la capacidad de ser crítica, un valor clave en democracia. El gobierno español protege a los ladrones de viviendas y no ocurre nada, pacta con los herederos de la banda asesina ETA y tampoco ocurre nada. Los ciudadanos y empresas han sido saqueados con impuestos injustos y nadie se ha defendido.
Antes, en el mundo, los chistes de cobardes eran protagonizados por los italianos, pero hoy son los españoles los que causan risa en el mundo por su cobardía y capacidad de soportar opresión e indecencia de su clase política.
Pedro Sánchez y su camarilla de ineptos, con nivel de parvulario y sin otro mérito que exhibir que no sea el sometimiento al líder y la sumisión babosa, son un reflejo, aunque nos pese reconocerlo, de lo que es España, un país en proceso de putrefacción e infectado por el mismo poder político. Los amos del gobierno de España no son los españoles sino los poderes internacionales que mueven los hilos desde la oscuridad.
¿Acaso se podía creer que la destrucción de la enseñanza nos iba a salir gratis? En una economía globalizada es muy importante estar bien preparados para ser competitivos. Aquí los "progres" se han ocupado, con todas sus fuerzas, de crear una sociedad casi analfabeta, donde no se requiera el estudio y el esfuerzo para conseguir las metas.
Aunque les moleste a algunos, la mayor tragedia que ha tenido España en los últimos cien años tiene un nombre: PSOE. Tanto en tiempos de la 2ª República, como ahora, parece que el principal objetivo de este partido es destruir España. Eso sí, de una manera muy progresista. En la II República, el objetivo era instaurar la dictadura del proletariado, pero ahora la cosa es más fina, va de nacionalismos, destrucción de los valores, falsificación de la historia, enseñanza inexistente, corrupción galopante, pasión por el islam, alianzas con energúmenos y montar un Estado tan gigantesco que le haga inviable.
La sociedad que el gobierno desea es un misterio, pero algunos vemos claro que lo que quiere es un país destruido y sin fuerzas, desmoralizado y preparado para entregarse al poder del Estado, para que se lo solucionen todo en las alturas con limosnas públicas. El modelo que los marxistas españoles quieren se parece mucho a lo que hacen las termitas, las langostas y el caballo de Atila: lo arrasan todo y ya ni siquiera puede crecer la hierba.
Para dominar la sociedad y sojuzgarla, el gobierno ampara vicios y maldades a diestra y siniestra: apoyo a los ladrones de viviendas, a los inmigrantes ociosos, a los chiringuitos de izquierda, a los chivatos, a los activistas de izquierda en las redes, a los medios de comunicación propagadores de mentiras y silencios, a los jueces y fiscales sometidos al poder, a los militares corrompidos, a los políticos y a todos los que resten y no sumen.
El Gobierno ha llenado el país no sólo de políticos, sino también de funcionarios. Cuando presume de la creación de puestos de trabajo, la mayoría son públicos, pagados por los impuestos y la deuda, que cada día crecen más. El que han elegido los socialistas y comunistas es el camino más corto hacia el desastre y la ruina.
¿Por qué no dejan de disimular y nos hacen funcionarios a todos, que es lo que ellos sueñan? Se acabaría el paro y el país se arruinaría a velocidad de vértigo, lo que obligaría al gobierno a nacionalizarlo todo y crear un sistema parecido al de Cuba, Venezuela y la vieja URSS, justo lo que ellos desean.
Francisco Rubiales
No hay comentarios:
Publicar un comentario