Hace unos días estuve en un departamento importante de la Universidad de Sevilla. Un magnífico edificio ya con más de un siglo de historia y en el que calculo que, más o menos, podía haber cinco funcionarios por cada persona que allí se encontraba para realizar gestiones. Aunque esta extraordinaria desproporción, a la inversa de lo que tendría que ser razonable, no me sorprendió, ya está uno acostumbrado a esas cosas aquí en Andalucía, lo que realmente me sorprendió fue un calendario enorme de pared, que estaba situado al fondo del mostrador de información, en el que por encima del cuadrante de los días de cada mes, se leía en letras de tamaño muy superior a las del resto “para apuntar las horas extras que trabajamos pero que no nos pagan” más o menos. La parte de abajo del calendario hacía mención del patrocinador del mismo, como no, Comisiones Obreras, con nuestro dinero.
Si digo que el nivel de cinismo que se ha alcanzado en Andalucía y en buena parte de España nunca ha tenido estos niveles, no creo que me pueda estar equivocando por mucho. España es, según la OCDE, el segundo país del mundo, insisto del mundo, con los trabajadores públicos mejor pagados en relación a la renta media de cada país. Si a esto añadimos la facilidad y el poco pudor existente en este colectivo a la hora de ausentarse del trabajo, sin contar con la infinidad de “derechos” que ya quisiera los trabajadores de lo privado, es fácil entender la injusticia social en la que se ha convertido la sociedad española.
Los que me leen con regularidad saben que todos los años publíco un artículo, que actualizo en cada uno de ellos, titulado “España un país de funcionarios”. Este año lo he publicado más tarde de lo habitual. Casi diría que no tenía previsto hacerlo. El hecho de abrir cada mañana el periódico del día y entre las páginas de información encontrar casi siempre un colectivo público en huelga por las mejoras de sus “derechos” que son siempre, trabajar menos y cobrar más, me ha obligado a escribirlo. No estaría tampoco de más recordar que cuando se inició el actual régimen político español la presión fiscal no superaba el veinte por ciento, hoy está por encima del cincuenta.
Es por ello que voy a aprovechar, en este que está usted leyendo, para darle una nueva orientación, un aspecto que antes nunca había tocado y es el hecho de que en España, casi siempre, tenemos activa una huelga de algún sector de los trabajadores que cobran de lo público; de los que han aprobado oposiciones pero también de los que no las han aprobado que ya hoy son legiones, también de la infinidad que han entrado a dedo y también de aquellos que incluso han aprobado oposición, porque éstas se hicieron a su medida. A este amplísimo colectivo que además, es el que más crece en España, me refiero cuando hablo de trabajadores que cobran de lo público.
En general son siempre colectivos muy numerosos con una fuerte representación sindical. Unos sindicatos-políticos que como saben, están sostenidos por el impuesto de todos los contribuyentes españoles. Los representantes sindicales de estos sectores de trabajadores, súper profesionales en estos menesteres, saben demás que los responsables a la hora de darle la subida salariales u otros “derechos” recaen en manos de políticos, también profesionales, gente que solo buscan la estabilidad en su cargo y no quieren problema de ningún tipo. Por lo que entre las distintas partes, en la que también colaboran las patronales que juegan a lo mismo, hacen un poco de teatro para al final dar a los sindicatos todo lo que estos, tenían previsto de antemano. Al fin y al cabo paga el pueblo, el de siempre, el que cada mañana se tiene que levantar a buscarse la vida.
Siendo esto grave, no es lo peor. Lo peor es que apenas un colectivo consigue lo que tenía previsto, automáticamente sale otro reivindicando sus derechos, que han quedado pisoteados en relación al beneficiado anteriormente. Como ven el juego de nunca acabar y que da lugar a que cualquier persona con un mínimo de sensatez, no dejé de preguntarse, cómo es que España todavía se mantiene a flote.
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