España siempre ha sido un país de acogida, al que la gente llegaba para disfrutar de su clima, de la paz, de la alegría y de su estilo de vida, pero en los últimos años empieza a ser también un país del que mucha gente escapa porque el futuro económico es sombrío y porque se siente esquilmada por los impuestos y amenazada por la clase política, su corrupción, leyes y abusos.
No sé por qué la gente se extraña de la huida de Ferrovial a Holanda. Mucha gente huye de la España de los socialistas y comunistas de Sánchez: jóvenes con sus carreras recién terminadas, médicos, enfermeras, inversores, empresarios, etc..
El mundo es así: la gente suele escapar, siempre que puede, de la inseguridad, la ruina y el infierno.
España: llegan pateras y se van médicos, arquitectos y técnicos bien formados
España se está convirtiendo en un país del que sus ciudadanos escapan. Nos estamos quedando sin médicos, enfermeras, informáticos y otros profesionales especializados. Muchos de ellos ya aprendieron el camino del exilio cuando tuvieron que irse para ganar algún dinero despachando hamburguesas por Europa.
Hay un chiste que circula por los muchos países europeos que define a los españoles como un país sorprendente, en el que los ingenieros y arquitectos sirven hamburguesas y perritos calientes, mientras los burros e ineptos gobiernan.
Huir de un país gobernado por comunistas para radicarse en otro gobernado por demócratas es lo normal y lógico para una empresa libre como Ferrovial. Y para muchas otras.
Empieza a haber muchas razones para huir de España: inseguridad, desempleo, impuestos abusivos, odio del gobierno al empresario, baja calidad de la enseñanza, descenso en la calidad del sistema de salud, abuso de poder, corrupción generalizada, despotismo en el gobierno, falta de democracia, nula transparencia y gobierno integrado o apoyado por comunistas, socialistas sanchistas, amigos del terrorismo, nacionalistas mercenarios vascos y golpistas catalanes.
En la España de Sánchez sobran inmigrantes sin cualificar que llegan sin ser filtrados, muchos de los cuales abonan la inseguridad ciudadana y la delincuencia. Pero al mismo tiempo hay más de medio millón de empleos sin cubrir, muchos de ellos de calidad y bien remunerados. Faltan camareros, albañiles, electricistas, fontaneros, transportistas y trabajadores agrícolas, pero también informáticos, ingenieros, médicos, enfermeras y otros muchos profesionales especializados.
Muchos de los que faltan se han ido al extranjero en busca de mejores salarios y de horizontes abiertos para hacer carrera.
Lo que más sobra en España son políticos y delincuentes. Políticos hay casi medio millón y sobran más de 300.000. España tiene más políticos en activo que Alemania, Francia y Gran Bretaña juntos.
Este país, del que mucha gente huye y acaba de hacerlo Ferrovial, una de nuestras grandes empresas, tiene los impuestos más altos, proporcionalmente, de toda Europa, más coches oficiales que el resto de la Unión Europea y ocupa espacios de liderazgo en muchos capítulos vergonzantes, como la trata de blancas, el tráfico y consumo de drogas, el blanqueo de dinero sucio, la acogida de dinero de las mafias, la concesión de subvenciones a los amigos del poder, privilegios para la clase política, democracia en retroceso, contratos públicos amañados y corrupción en todas sus facetas.
Ante este panorama y con un gobierno que, además de esquilmar a las empresas, las critica y no valora su aportación a la riqueza del país, es más que lógico que se marchen Ferrovial, los jóvenes titulados con ambiciones y los ciudadanos que sepan lo que es el comunismo y hayan ahorrado algún dinero con su esfuerzo.
Desde luego, la huida no es la solución. La solución está en parar definitivamente los pies a quien se debe parar. Ya es hora que la oposición se reúna para articular conjuntamente una proposición seria y comprometida que detenga el abuso y la decadencia y que devuelva a España su grandeza.
Francisco Rubiales
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