Reparar un coche eléctrico accidentado no debería implicar más inconvenientes que otro equivalente con motor de combustión, pero ocurre justo lo contrario.
Por un lado, los coches eléctricos son más sencillos que los de combustión, ya que la ausencia de un motor térmico hace que tengan muchas menos piezas, lo cual se traduce en una mayor fiabilidad y un mantenimiento más barato. Ahora bien, cuando hay que hacer una reparación, la cosa cambia. Este es el gran problema de los coches eléctricos tras sufrir un accidente.
Reparar un coche eléctrico accidentado no debería implicar más inconvenientes que otro equivalente con motor de combustión. Sin embargo, la batería es el principal elemento de un eléctrico y, según Automotive News, su reparación es cada vez más difícil, debido a tres motivos principales: los altos costes que supone, la dificultad que entraña su manipulación y la escasez de componentes.
Como consecuencia de esto, muchos coches eléctricos accidentados son considerados irreparables y están terminando en el desguace. Y esta acción es totalmente opuesta al ideal de sostenibilidad que, se supone, representan este tipo de automóviles.
Este es el gran problema de los coches eléctricos tras sufrir un accidente
El corazón de un coche eléctrico es la batería y es también su componente más costoso y complejo. Es el responsable de entre el 30 y 50% del precio del vehículo y, además, es un elemento muy contaminante debido a los materiales necesarios para su fabricación.
Y reparar las baterías está resultando cada vez más complicado, debido los altos costes que supone, la dificultad de su manipulación y la escasez de componentes para fabricarlas.
Incluso en accidentes donde la batería no ha sufrido daños importantes o sólo se han visto afectadas unas pocas de celdas, el arreglo conlleva un coste tan elevado que supera el valor venal del vehículo. Esto hace que, en algunos casos, los fabricantes no contemplen la reparación de la batería, sino sustituirla por otra nueva.
De esta manera, una batería que se podría arreglar termina desechándose, porque los fabricantes sólo venden acumuladores nuevos, con el impacto medioambiental que ello conlleva.
Preocupación de cara al futuro
Esta situación se podría agravar en el futuro con las nuevas baterías estructuras de Tesla, con celdas 4680, aunque otros fabricantes, como Ford y General Motors, aseguran que han diseñado paquetes de baterías que se pueden manipular y reparar por módulos.
Ante el aumento de coches eléctrico que se prevé en los próximos años, surge un tremendo desafío: si con el más mínimo golpe habrá que cambiar por completo la batería, se producirá una importante acumulación de baterías que tendrán que ser reutilizadas o recicladas.
Baterías procedentes de vehículos con pocos kilómetros que, pudiendo ser reparadas, fueron enviadas al desguace.
Por otro lado, la vida útil de los coches eléctricos se acorta significativamente, ya que estará condicionada a no sufrir ningún impacto. Lo que en un vehículo de combustión se soluciona fácilmente en el taller, en los coches eléctricos puede convertirse en un problema.
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