domingo, 19 de junio de 2022

LA DESVERGÜENZA COMO CUALIDAD POLÍTICA


 

Cada momento tiene sus cosas y por eso nos parecen las más importantes y destacables pues algo o alguien deciden que así sea y por ello nos ponemos a criticar, defender o simplemente cuestionarlo. En cada etapa emergen individuos ante la opinión pública que nos hacen sentir vergüenza ajena escuchando lo que dicen. Y nos enervan más y más a medida que sus desfachateces crecen sin que parezca que el tamaño de la idiotez o la cara dura que demuestran importe demasiado, de tal manera que quien hoy es un villano mañana puede dejar de serlo si el puesto o cargo temporal que ostenta le permite que sus seguidores lo encumbren al menos mientras dure el duro.

Hoy domingo los andaluces están votando y durante esta semana solo ha habido una fuerza política y una candidata a presidir la comunidad, que de una manera descarnada y sin complejos –gracias a que todavía oficialmente no han trincado–, sacó a relucir públicamente en el debate aquello que cualquiera sin aspiraciones políticas hubiéramos hecho: y me refiero a tratar de colocar en jaque al adversario político sacudiendo la corrupción sentenciada en Andalucía y el color de los corruptos.

Juan espadas, político profesional socialista desde hace treinta años, se hacía el ofendido cuando le recordaban los seiscientos y pico millones de euros robados a los parados por los políticos, sindicalistas y funcionarios en la órbita del PSOE. Y se revolvía sobre los muertos de la candidata acusadora más aun cuando le sacaba lo de las putas y la coca, y ni les cuento cuando por último le recordó que ganando 83.000 “€urazos”, colocó a su señora (Carmen Ibanco) enchufándola en la Fundación Faffe dependiente de la Junta de Andalucía para llevarse la nada desdeñable cantidad de 1.800 € al mes para ocupar su tiempo trasteando con el “guorperfe”; como ella mismo aseguró en la comisión de investigación sobre el asunto de los ERES siendo preguntada por una diputada de VOX.

Del mismo modo esta misma semana en la Comunidad Valenciana saltó el escándalo cuando por fin la segunda del socialista Ximo Puig, –me refiero a Mónica Oltra–, resultó agraciada con una imputación por los turbios asuntos relacionados con los abusos sexuales perpetrados a una menor tutelada por la administración autonómica por parte de su exmarido, reconociendo el tribunal supremo local que sí que parece que haya indicios de que la vicepresidenta de la formación Compromis, hubiera ocultado pruebas para encubrir el delito.

Del mismo modo no hace tanto la alcaldesa de Barcelona –Ada Colau–, también fue imputada por el delito de malversación de caudales públicos, lo cual demuestra que la marca política, Barcelona en comú lleva de serie la corrupción y falta de moralidad como bandera.

¿Y porque saco a relucir estos tres casos de corrupción vergonzante? Porque para ellos –los políticos de izquierdas–, la desvergüenza es una cualidad política.

Para Juan espadas hablar del asunto de la corrupción en Andalucía es una falta de respeto a los funcionarios de la Junta y el y solo él, se erige como defensor del colectivo supuestamente agraviado al defender que las acusaciones dejan por los suelos la credibilidad y honor de la Junta de Andalucía. Para Mónica Oltra reclamarla que haga exactamente lo que pregonaba cuando no gobernaba es un insulto pues ella está donde está para ejercer la democracia defendiéndola de la extrema derecha y del fascismo que la acusa. Y por último, para Ada Colau que sea incriminada por malgastar el dinero público otorgando dadivas indiscriminadamente a sus amigos y amantes, es una ofensa pues esos –sus amigos y amantes–, se dedican a causas justas que harán del mundo un lugar mejor para que lo habiten los menas que asolan las calles de los pueblos y ciudades catalanas.

Y para los tres y todo lo que les cuelga y de donde cuelgan, la política está por encima de la Justicia porque está es fascista y de extrema derecha, y como defensores de la verdad y de los más vulnerables decididos a dedo por ellos, su deber es resistir.

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