jueves, 24 de noviembre de 2022

PARA CONOCER LA VERDAD HAY QUE SEGUIR EL RASTRO DE LA CENSURA


Acostumbrados, como estamos, a ser censurados en redes sociales desde hace mucho tiempo, nos hemos dado cuenta de un detalle que no es menor: la censura ya no se centra en asuntos políticos, se centra en asuntos que son tremendamente relevantes y fundamentales para instaurar la Agenda 2030, el arma globalista con el que nos pretenden someter a todos.

Ideología de género, calentología, aborto, eutanasia y, por supuesto, el asunto de las inoculaciones. Sobre ese asunto la censura es contundente en cuanto se nos ocurre compartir algún artículo en el que se denuncie claramente lo que está sucediendo.

Nuestro colaborador Luys Coleto nos enviaba en estos días un artículo para ser publicado. El titular era muy claro: “Las “vacunas” covidicias son genocidas nanoarmas ( neurológicas, biológicas, químicas, radiactivas…) de destrucción masiva”.

Y como hacemos siempre, ese artículo lo hemos difundido a través de nuestras redes sociales. En cuanto lo hemos publicado en Facebook, la respuesta ha sido inmediata: 30 días de bloqueo.


La justificación, la de siempre: Que si la OMS, que si la información errónea y que si, manda narices con las muertes que está provocando este veneno, puede “provocar daños físicos”. ¿Nosotros provocar daños físicos con esta información?

Está todo demasiado claro: no quieren que se sepa la verdad. No quieren que se denuncien los daños que están provocando los venenos experimentales. Con todo esto, ya estamos seguros de algo: para conocer la verdad, hay que seguir el rastro de la censura.

Después nos llamarán chalados, conspiranoicos, magufos y cientos de cosas más para intentar desacreditarnos. Y nuestra pregunta es: si tan chalados estamos, ¿por qué les preocupa tanto lo que publicamos?

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