sábado, 14 de enero de 2023

YO, NEGACIONISTA, ¿Y TÚ?

Estoy convencido que ya es hora de que empecemos a hablar claro, o eres “negacionista”, o eres “tragacionista”, si perteneces al primer grupo no es necesario que sigas leyendo, significa que lo tienes tan claro como yo, pero, si perteneces al segundo grupo, permíteme decirte que esto te interesa.

Hago esta entrada tras haber leído el apasionante libro del biólogo López Mirones: “YO NEGACIONISTA” (lo puedes encontrar en Amazon), no lo he necesitado para convencerme de nada, sino para confirmar todo lo que ya venía sospechando desde el minuto uno, también  porque he sido otra de las víctimas de la censura, que me ha estado acosando desde el inicio de esta farsa. Ya a los dos meses de salir a la luz la amenaza de ese “bicho” que iba a ser letal a nivel global me fulminaron el anterior blog (websegur.com) cuando contaba con más de tres mil lectores diarios, podrás pensar que resulta insignificante, pero quien tiene un blog sabe cuánto cuesta ponerlo en marcha y más aún mantenerlo durante diez años, en mi caso me centré en buscar información (de los llamados disidentes) y compartirla, principalmente de profesionales en los campos de la medicina, virología y biología, a continuación me bloquearon tres canales de YouTube que todavía hoy sigo sin poder recuperar, luego vinieron Facebook, Twitter e Instagram, con restricciones intermitentes y constantes.


Mi ignorancia en temas médicos, científicos o víricos era absoluta hasta que empecé a recabar información por donde podía, algo difícil puesto que la misma censura que se me aplicaba a mí, también lo era para el resto de “negacionistas y/o disidentes”, hasta que empecé a suscribirme a todo tipo de perfiles en Telegram, donde todavía hay cierta libertad de expresión, y allí fue donde empecé a darme cuenta que no estaba solo y que lo que estaba sucediendo tenía un trasfondo mucho más complejo que una simple enfermedad o virus, y esa información provenía de profesionales de la salud, no de presentadores (siervos del sistema) de TV, actores,  “princesas del pueblo” o reinas del cotilleo y de la prensa rosa.

Cuando se desencadenó todo,  pensé que efectivamente podría tratarse de un nuevo tipo de enfermedad y como todo el mundo, tuve que acatar esas restricciones de las que ahora somos conscientes de lo absurdas que llegaron a ser, pero pronto empecé a darme cuenta de la incoherencia de algunas decisiones por parte de los políticos, amparadas en ese falso o inexistente comité de expertos, el sentido común me decía que no era lógico que un día se tomara una medida y al día siguiente otra diferente, luego esa aparición repentina de un tratamiento al que llamaron "vacuna", con un plan masivo de inoculación, y avalancha de información a través de todos los medios y por personajes de la farándula en muchos casos, como comentaba anteriormente. Otro factor que siempre me hizo dudar fue la falta de un debate público entre partidarios y detractores, que por mucho que fuera solicitado por diferentes profesionales, nunca se llegó a producir, no interesaba que la gente empezara a despertar tan pronto, se podía haber frustrado el malvado plan.

La OMS, políticos de la UE, de EE.UU, políticos españoles, todos empezaban a mentir como bellacos, ¿quién iba a dudar de entes y personajes tan reputados?, si además contaban con profesionales de la sanidad (que no podían jugarse el sueldo) defendiendo lo indefendible, ¿qué podía salir mal?

La madre de todas las dudas me asaltó cuando pretendían inyectarme una sustancia sin prescripción médica y sin tener en cuenta mi historial clínico, ¿cómo podía ser que para obtener antibióticos en una farmacia se necesitara receta y para esto no?, ¿cómo podía ser que ni siquiera los médicos en ese momento conocieran la composición de dicha sustancia?, decidí firmemente no prestarme a semejante despropósito ni hacer ningún tipo de test y mucho menos dejarme inocular, desde ese inicio hasta la actualidad he padecido lo que para mí siempre ha sido una simple gripe (o influenza como lo llaman los profesionales), y un resfriado que me ha durado un par de meses, siempre convencido de que sería mi propio sistema inmunológico quien se encargaría de restablecer la normalidad sin necesidad de fármacos, como lo había hecho siempre, y así ha sido.

Se ha podido comprobar y ha quedado sobradamente demostrado que el miedo ha sido su mejor arma, junto a la manipulación y el adoctrinamiento de los medios que nos inundaban de mensajes a todas horas, que aun sin obligarnos, nos coaccionaban alegando que no podríamos hacer nada sin la  inoculación y el correspondiente certificado o pasaporte. Los famosos y fraudulentos e inútiles test, todo un cúmulo de majaderías con los que no estaba dispuesto a tragar a no ser que me lo recomendara bajo prescripción un médico, y por tanto bajo su responsabilidad, situación que no iba a producirse puesto que todo el mundo se lavaría las manos ante los posibles y más que seguros efectos adversos, los mismos que han ido apareciendo al tratarse de un tratamiento experimental y por tanto no obligatorio a pesar de las coacciones.

Los que como yo nos hemos mantenido firmes hasta la fecha, hemos padecido críticas, insultos, incluso rechazo por parte de conocidos, amigos y familiares, afortunadamente las cosas se van poniendo en su lugar y ya se nos empieza a ver con otros ojos, hemos dejado de ser unos bichos raros y empezado a generar muchas dudas ante los hechos que siempre hemos denunciado, que ya están saliendo a la luz y que medios oficialistas empiezan a reconocer.

Los que han sucumbido ya no pueden retroceder, pero que no te quepa ninguna duda de que toda esa farsa no ha sido más que un ensayo para comprobar el grado de sumisión y obediencia de la población, porque vendrá otra gran farsa, sea otro virus, el timo del cambio climático o vete tú a saber, es por ello que te recomiendo la lectura de este libro, te hará abrir los ojos y darte cuenta de la realidad, que no es otra que la ejecución de este maquiavélico plan de las élites por el control global al precio que sea, incluso de muchas vidas.

Cabe reseñar que el uso que se le da a la definición:  "Negacionista"  a mi entender no es la correcta, puesto que según la RAE se trata de "negar ciertas realidades", y en este caso lo que se pretende es renegar de una gran farsa, la expresión que más se ajustaría a la realidad sería la de "Disidente", con la que me siento más identificado.

Todo se trata de una gran estafa y un montaje para el interés económico de unos pocos, no olvides que un paciente curado es un cliente perdido y las farmacéuticas son una gran mafia.

Por favor: ¡¡¡DESPIERTA!!!, infórmate, investiga, duda, pero no te lo tragues todo y apaga la tele, te va la vida y el futuro de tus hijos y nietos.

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