domingo, 22 de enero de 2023

EL FORO DE DAVOS Y LA CUEVA DE LOS CRIMINALES


“Debemos levantar nuestros corazones, debemos abrirlos, debemos arreglárnoslas para continuar en todo lo que hacemos a pesar de todas estas razones en contra y poner la fuerza de nuestro corazón para contribuir a todo lo que hacemos”. (Klaus Schwab, Foro de Davos, 16 de enero de 2023). Estas son las hermosas palabras de apertura del autor de la Cuarta revolución industrial y El gran reinicio, obra, esta última, todo un elogio a la pandemia como gran oportunidad para el crecimiento de la humanidad.

Hay que ser psicópata primero para escribir cuentos de sirenas tan terroríficos y, por otro lado, iniciar un evento como el de Davos invocando a los corazones. ¿A qué corazones se refiere usted, señor Schwab, a los de los niños que sufren miocarditis y pericarditis por su venenosa vacuna, que es un arma para matar a la gente, sin importar la edad, o a los suyos, que se ven compungidos porque ven cómo las masas se les rebelan e impiden sus despiadados planes, razón por la que sufren grandemente porque no saben cómo imponernos la agenda satánica? Y todavía tiene la cara dura de decir, eso sí, en petit comité, que deben abrirlos y ver la forma de continuar. ¿Quiere decirnos que el fin justifica los medios, que, si tiene su majestad que matar a la mitad de la humanidad se va a quedar tan ancho para conseguir su objetivo? Y para eso, claro, como nos aman tanto, ¿van a poner la fuerza en sus hermosos corazones? Este bello discurso lleno de corazones, me recuerda a las escenas en la cultura azteca en la que los corazones caían por las pirámides cuando se les sacaba a los prisioneros sin piedad y sus cuerpos caían escalera abajo, para disfrute de los comensales que esperaban comerse los brazos de tan bravos guerreros. Al menos, a pesar de ser salvajes, eran sinceros y ejecutaban lo que decían, mientras que usted, señor Schwab, menciona los corazones como si de cualquier cosa se tratase, como un hipócrita, psicópata, enfermo, loco y satánico, porque eso es usted.

Sería harto aburrido contar lo sucedido desde la plandemia. Claro que sus obras, La cuarta revolución industrial ya escrita en 2015, no es más que un plan siniestro y demoniaco que no creo que fuese elaborado por su sucia mente, sino que alguien se la inspiró, mucho más satánico de lo que usted ya nos parece y me refiero a los Rothschild, a esa saga de enfermos mentales que controlan los 196 bancos centrales del mundo y han dirigido la historia de la humanidad desde la independencia de los EE.UU., pasando por la Revolución francesa de 1789, engendros creadores de dos guerras mundiales y de todas las crisis económicas que la humanidad ha sufrido hasta la fecha. No es difícil imaginarse que ellos le inspiraron sus maravillosas obras, en las que como siempre nos tratan como estúpidos y nos pintan un mundo de fantasía y de felicidad después de siglos de dolor creados por sus satánicos amos. Por eso no nos extraña su sangre fría, esa obsesión por el corazón, por lo rojo. Puede que usted sea adicto al adrenocromo, esa droga que sacan de los niños que tanto placer les ocasiona y que, de paso, el inconsciente le haya traicionado, señor Schwab.

Pero los más aplicados en nuestra amada España son, a pesar de usted y sus buenos maestros, sus acólitos como Pedro Sánchez, Nadia Calviño, Yolanda Díaz, Teresa Rivera, José Manuel Albares Bueno, Pilar Llop Cuenca, Margarita Robles Fernández, María Jesús Montero Cuadrado (aquella ministra que nos dijo en 2020, en mayo, bienvenidos al nuevo orden mundial, con toda su cara dura), Fernando Grande-Marlasca Gómez, Raquel Sánchez Jiménez, Pilar Alegría Continente (introductora de la doctrina de género en los colegios, enseñándoles a masturbarse a los cinco años), Reyes Maroto Illera, Luis Planas Puchades (responsable del desmantelamiento de la agricultura y la ganadería en nuestro país), Félix Bolaños García (urdidor de todos los golpes de Estado con la justicia), Miguel Iceta Llorens, Carolina Darias San Sebastián (responsable de seguir con el cuentazo de la pandemia covidiana, la mayor tomadura de pelo de la historia), Ione Belarra Urteaga (sacerdotisa y fiel defensora de la satánica agenda 2030), Diana Marot Ripoll, Irene Montero Gil (impulsora de la legalización encubierta de la pederastia), Alberto Garzón Espinosa, José Luis Escrivá Belmonte y Joan Subirats Humets.

Ellos son los encargados de poner en marcha sus ideas en España, señor Schwab, y quien siempre acude a sus encuentros, como no puede ser de otra forma, es Pedro Sánchez, siempre fiel a los compromisos, a las agendas a las que se ordena sin rechistar y sin el más mínimo remordimiento. Para ello se rodea de los mejores ministros para desarrollar sus objetivos. No necesitan tener experiencia política, ni el asesoramiento de expertos, sobre todo si son negacionistas y muy peligrosos para los planes del gran jefe; no requieren de catadura moral; han de aguantar los ataques de la malvada ultraderecha que les denigra, mientras dicen que todo es por salvaguardar los derechos de los españoles (hay que ser cínicos). Por supuesto que ninguno de ellos dimite. No importa que los violadores estén sueltos por las calles de España dando alas a su imaginación para ver cómo van a violar a su próxima víctima; tampoco cuántos corruptos anden a sus anchas robando sin que la ley los castigue, cuando niños son violados o tocados; cuántos sufren por un cambio de sexo inútil y peligroso para la integridad personal; el número de personas que no llega a fin de mes y se tienen que contentar con una limosna de 200 euros del gobierno para las familias pobres y, obviamente, tampoco les interesan los abucheos, porque a Pedro Sánchez hasta le divierten.

Sin duda, buenos alumnos, los mejores para imponernos comer cucarachas de las que andan por la basura y matarnos lentamente, de manera imperceptible, dulce, divertida, entretenida mientras nos quieren introducir en el metaverso y reduciéndonos en población. Eso sí, les molestan los de la ultraderecha porque les criticamos y les decimos las cosas en su cara, claro que somos sinceros y defendemos los derechos de las personas, mientras usted, señor Schwab y sus fieles alumnos, parecen salidos del mismo infierno.

No se merecen ni nuestro respeto y mucho menos obediencia; lo único que les daremos son abucheos, preocupaciones, como las que tiene ahora, Sr Schwab, dolores de cabeza y, llenos por fin de valor, haremos lo que nos dé la gana para protegernos de seres tan indignos como vosotros.

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