Decir que defender a las mujeres es sustituirlas por hombres anómalos es la idea más perversa imaginable. La diversidad es la aceptación de lo excepcional, no convertirlo en norma ni en discriminación positiva. El dominio de lo excepcional es supremacismo.
La idea base del wokismo para desestructurar a la sociedad tradicional, basada en biología, que lleva funcionando miles de años, es legislar solo para minorías, obligando a las mayorías naturales a plegarse a la dictadura de los raros.
De este modo, todo lo intuitivo, favorecedor y hacedor de sociedades que funcionan se convierte en inconveniente, creando en la población una sensación constante de ahogo que trata de solventar ejerciendo una férrea autocensura sobre sí misma, temerosa de ofender a alguien cada vez que opina.
Este ambiente social alienta a los parásitos de todo tipo, mientras desactiva a las buenas personas, las cuales, confundidas, dan un paso atrás y se desconectan de la sociedad para no molestar.
Un aullido.
Fernando López Mirones
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